Quienes somos del Valle de Traslasierras sabemos de las bajas temperaturas que caracterizan a la zona; son esos fríos “como los de antes” dirían las ancianas cordobesas, esas heladas que llegan hasta los huesos y un poco más. En la inmensa Pampa de Achala es todavía peor, el viento sur resopla con mucha fuerza, aún en épocas veraniegas.

La primavera de 1986 no fue la excepción, lamentablemente no lo fue. El 23 de septiembre de aquel año una de las historias más tristes de Córdoba comenzó a escribirse, teniendo un final trágico pero predecible. Aquel día cuatro niños, que estaban internos en la escuela Padre José María Liqueño, decidieron fugarse, perderse por las montañas cordobesas, escapando del horror, quizás suena exagerado, pero realmente esa institución significó el horror para los pequeños alumnos.

En la madrugada emprendieron el camino, algo temerosos pero a su vez llenos de esperanza, ilusionados con llegar a sus humildes hogares, comer algo calentito y dormir entre las colchas de sus padres. Ese mismo día se inició una búsqueda incansable o tal vez eso quisieron mostrar desde la escuela y el gobierno de turno.

Pasaban las noches y nada se sabía de los pequeños. Recién al sexto día se conoció su paradero: una pequeña cueva entre la inmensidad de la Pampa. Allí los cuatro, fuertemente abrazados, decidieron rendirse, descansar y soñar con la libertad.

Al día siguiente ya nadie hablaba del caso y mucho menos de las malas condiciones a las que estaban sometidos los niños en el Liqueño. No se investigó, ni cuestionó nada. Todos siguieron con sus vidas, mientras aquellos ángeles dejaron las suyas en Achala.

Fuente: C. Romina Musso

Tema: Los Angelitos de Achala - María Luz